Un día, no sé a que horas de la madrugada, en la Calle de la Reina del barrio del Cabanyal(Valencia - España), me encontré a un individuo que no sé por qué motivo le terminé preguntando de donde era. Me respondió que era del barrio de Chile. Después de la sorpresa que me llevé por la respuesta, me preguntó lo mismo y yo le dije naturalmente que era del barrio de Nicaragua.
El chileno en cuestión era taxista, clásico obrero del transporte y un convencido librefronteras. Su trabajo y su vida, eran los barrios de una ciudad que a pesar de estar a miles de kilómetros de su barrio natal, siguió siendo su casa. Allende, Jara, Neruda y Mistral, por ejemplo, para él, eran vecinos suyos, igual que Lorca, Zapata, Lumumba, Gramsci o Brecht.
Años antes, había conocido a una familia que era del barrio de Argentina, hacían radio en el barrio de la Malva-Rosa como todavía hoy lo continúan haciendo. Después de conocerles, y gracias a sus constantes denuncias al status quo y al establisment, terminé comprendiendo que todos pertenecemos a una aldea global de pueblos y barrios en los que unos cuantos mafiosos utilizan la nacionalidad y los nacionalismos para enajenarnos de nuestra real y material conciencia de trabajadores, territorializar su influencia en la política y el mercado, así como ilegalizar a las personas que les falten las cuatro rayas de tinta en el pasaporte.
Hoy, desde cualquier barrio, esta todos y todas podemos intentar anunciar una verdad indubitable, la de ser ciudadanos y trabajadores libres que habitamos un mismo planeta y en donde no deben haber fronteras ni para los seres humanos, ni mucho menos para la información
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